Ingredientes:
- Cebolla mediana – 1/2
- Harina – 50 gr
- Leche – 500 ml
- Queso roquefort – 100 gr
- Pimienta negra molida
- Sal
- Aceite oliva
- + Para el rebozado:
- Harina
- Huevo – 1
- Pan rallado
Paso a Paso:
- La clave para conseguir una cremosidad inigualable en nuestras croquetas es la proporción de harina y leche: 100 gramos de harina por litro de leche, reduciendo o aumentando proporcionalmente estas cantidades dependiendo de las que queramos hacer.
- Ponemos en una sartén mediana unas 2-3 cucharadas de aceite y pochamos la cebolla picada finamente.
- Una vez que ésta esté dorada añadimos la harina y la tostamos durante 1 minuto dando vueltas constantemente, evitando que se queme.
- A continuación vertemos la leche y salpimentamos al gusto (aunque mejor no pasarse con la sal porque el roquefort es de sabor fuerte); y removemos sin parar hasta que veamos que la crema de las croquetas está tan espesa que cuando pasamos la espátula por el fondo de la sartén, tarda un poco en volver a cubrirse. Este proceso durará aproximadamente unos 25 minutos y cuando se enfríe un poco se convertirá en una masa cremosa más compacta que se despegará del borde de la sartén sin problemas.
- El queso roquefort lo añadiremos a mitad de cocción, es decir, cuando llevemos unos 10 minutos removiendo la mezcla. Acuérdate de agregarlo cortado en trozos para deshacerlo con más facilidad.
- Terminado el tiempo de cocción, vertemos la crema en un recipiente para esperar a que se enfríe; y veremos que una vez fría es mucho más compacta, lo que facilita formar las croquetas. Yo les he dado forma de bolitas, pero se pueden hacer con la forma clásica alargada.
- Cuando tengamos todas las croquetas formadas sólo nos quedará pasarlas por harina, huevo batido y pan rallado y freírlas en una sartén con aceite bien caliente durante un par de minutos o hasta ver que se hayan dorado, moviéndolas de vez en cuando para que se frían uniformemente.
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